Un clásico del cine universal funcionó como punto de partida de una de las aperturas del 2024 que dieron que hablar, por la propuesta y la calidad de su materia prima. Rashomon desembarcó en Recoleta con la misión de reflejar la cultura gastronómica japonesa a partir de la cuidada ambientación inspirada en la película de Akira Kurosawa, sobre el cuento de Ryunosuke Akutagawa.
La obra maestra del realizador que se estrenó en 1950 funciona como el disparador que invita al público a sumergirse en un pequeño restaurante de Tokio, y a entregarse a una experiencia íntima y minimalista donde la barra revestida en granito verde contrasta con la madera de kiri que envuelve el salón.
En esta caja vidriada que balconea los parques de Recoleta desde la icónica calle Adolfo Bioy Casares al 2000 el sushi es protagonista y el formato omakase llega en dos versiones, de 16 y 23 piezas. La versión más completa incluye chwanmushi, ostra, sopa miso con almejas, sumono, 6 sashimis, 6 nigiris, norimaki y castella tamago. Para los que buscan una degustación aún más amplia de sabores, Rashomon ofrece opciones como berenjena nitsume, curry japonés, yakitori de pulpito y, para finalizar en lo alto, un mousse de miso con crumble de leche y gel de mandarina.
“Todas las preparaciones las hacemos en nuestra cocina. Cocinamos con los mejores ingredientes locales e internacionales para darle la impronta de la gastronomía japonesa a cada pieza o plato que servimos”. Foto gentileza Rashomon
Trucha, besugo de gran calibre y caballa son los caballitos de batalla de Rashomon, que cuenta con su propia planta para procesar y estacionar el pescado que llega desde Mar del Plata. Entre los procesos, aplican el de limpiado y descamado, y dependiendo de qué variedad se trata puede llevar un proceso de despinado, según explican desde la cocina.
Allí establecen diferencias: “Los azules como la anchoa, caballa, lisa, bonito y pez limón pueden llevar un proceso de maduración si llegan en óptimas condiciones desde los distribuidores. La maduración del pescado consiste en la limpieza, el secado y la conservación en frío, empaquetado en papel y film y controlándolo estrictamente cada dos días”, dicen los especialistas y confirman que el bonito es la variedad de pescado que requiere mayor tiempo de maduración: “Con los días se potencia el sabor y se vuelve suave y agradable”, aclaran.
Por otra parte, señalan que las variedades blancas, como besugo, chernia, lenguado y trilla carecen de grasa y no requieren tanta maduración. Entre los planes figura incluir en el menú frutos de mar blanqueados levemente: langostino, calamar, pulpito patagonico y además, vieyras frescas.
Se destaca el trabajo del estudio de arquitectura LTWK, de Andrés Litwak y Ayelén Mayer, quienes fusionan la esencia de la cultura japonesa con una estética moderna y minimalista. Sobre la mesa se pueden ver dos piezas de la vajilla de Ricardo Luza, diseñador y ceramista. Foto gentileza Rashomon.
Circuito de sabores y diseño
La experiencia empieza en la cocina, pero termina en el subsuelo, donde se instaló un cocktail bar con una amplia variedad de propuestas preparadas con selecciones de whiskys y sakes japoneses, en una clara búsqueda de maridaje entre la bebida y la gastronomía.
El proyecto arquitectónico acompaña la delicadeza de las presentaciones, donde se destaca la vajilla de Ricardo Luza, diseñador y ceramista que explora en referencias de la arquitectura japonesa la estética particular que le imprime a cuencos, platos y accesorios especialmente diseñados para Rashomon.
A su vez, el estudio de arquitectura LTWK, de Andrés Litwak y Ayelén Mayer, fusionan la esencia de la cultura japonesa con una estética moderna y minimalista. La continuidad visual que lograron permite sumergirse en la inmensidad del océano –a partir del granítico verde—o los bosques japoneses –a partir de la madera de kiri en pisos, paredes y cielorrasos.
“Sucedió a la hora del crepúsculo: un hombre de miserable aspecto esperaba, bajo el portal de Rashomon, que parara la lluvia”. El inicio de la película Rashomon sucede en la puerta de Rasho, la más grande de las entradas a Kioto, antigua capital del imperio de Japón. Lejos del clima lluvioso, en el local de Recoleta, el sol se cuela por los amplios ventanales, que permiten la entrada de luz natural. El Rashomon porteño funciona como la puerta de entrada a una experiencia de aromas, sabores y colores del auténtico Japón. Un viaje de ida.
Cocktail bar con una amplia variedad de propuestas preparadas con selecciones de whiskys y sakes japoneses. Foto gentileza Rashomon.
Foto de portada: Rashomon en la icónica calle Adolfo Bioy Casares al 2000 donde el sushi es protagonista. Gentileza Rashomon